Intentaremos crear un sistema que nos avise de las caídas en el mercado utilizando el oro como señal de alarma.

Siempre que comienza un mercado bajista, o nos encontramos inmersos en un recorte de importancia, comienzan a oírse las voces de aquellos que abogan por el oro como valor refugio para escapar de la pérdida de valor de las acciones.

Aunque es algo que subconscientemente se acepta como verdad, existen conocidas voces discordantes (con Warren Buffet a la cabeza) que reniegan del oro en los momentos de pánico de los mercados. Sin embargo son más las voces partidarias del oro como divisa refugio y sus argumentos se basan en que cuanto menor es la rentabilidad que obtenemos de los activos financieros, mayor es el atractivo de una divisa como el oro, que no puede devaluarse al igual que el dólar, ya que no puede imprimirse.

En este artículo nos pondremos del lado de los partidarios del oro como una buena opción de compra en los momentos de caídas en los mercados y partiremos de dos premisas fundamentales:

– El dinero inteligente cuando empiece a ver las cosas feas en la renta variable, diversificará su cartera sacando dinero de la bolsa para invertirlo en oro.

– En los momentos de euforia en los mercados, el dinero que se encontraba en el oro fluirá hacia la renta variable para obtener un mayor rendimiento.

¿Este comportamiento cómo se traduciría en un gráfico?

Aunque ya sabemos que éste es un mundo de probabilidades y no se pueden encuadrar con precisión matemática los comportamientos de los activos, se podría generalizar pensado que si en los momentos de euforia el dinero empieza a fluir hacia la renta variable, el oro debería empezar a comportarse algo peor que el S&P 500. Por otra parte, en cuanto la renta variable comenzase a caer con fuerza, ese dinero debería verse reflejado en un ascenso significativo del oro.

El problema de este planteamiento radica en que descubrir este patrón de manera visual en los gráficos es bastante complejo, ya que la vista nos engaña en más de una ocasión. Por eso sería interesante disponer de algún indicador que nos ayudase a distinguir ese comportamiento. Afortunadamente para este artículo, ese indicador existe y es el coeficiente de correlación.

El coeficiente de correlación de Pearson

Para todos aquellos que no conozcan lo que es la correlación, atendiendo a la definición formal que podemos encontrar en Wikipedia, el coeficiente de correlación de Pearson es un índice que mide la relación lineal entre dos variables aleatorias cuantitativas.

Probablemente esta definición no le diga mucho a la mayoría, pero lo importante no es tanto la definición ni la forma de calcularlo (que omitiré por ser bastante compleja), sino la interpretación que hacemos de él.

El coeficiente de correlación de Pearson viene marcado por un valor que se mueve entre 1 y -1, de tal manera que:

– Si su valor es mayor que cero, existe una correlación positiva entre las dos variables. Indica que cuando una de ellas aumenta, la otra también lo hace, de manera más fiel cuanto más se acerque a 1 el valor de la correlación.

– Si su valor es menor que cero, existe una correlación negativa entre las dos variables. Indica que cuando una de ellas aumenta, la otra disminuye, de manera más fiel cuanto más se acerque a -1 el valor de la correlación.

– Si la correlación es 0, no existe relación lineal entre las dos variables.

La correlación entre el S&P 500 y el oro

Una vez definido el concepto de correlación y volviendo a nuestro problema, ¿cómo podríamos utilizar la correlación entre el S&P 500 y el oro para detectar el cambio en el flujo del dinero que comentábamos anteriormente?

Si suponemos que en los inicios de las fases alcistas existe una correlación positiva entre estos dos activos, en los momentos de euforia en las bolsas el dinero poco a poco se empezará a mover del oro hacia la renta variable, haciendo que esa correlación positiva poco a poco vaya perdiendo fuerza. Sin embargo, debemos tener en cuenta que el coeficiente de correlación tiene cierto retardo en su curva, por lo que esa pérdida de fuerza (que nos anticipa las caídas en los índices) no se traducirá inmediatamente en una correlación negativa, sino en un acercamiento de ésta hacia la línea 0. Hasta que el S&P 500 no esté cayendo con fuerza y ese dinero empiece a fluir en grandes cantidades al oro, no veremos el coeficiente de correlación pasar a terreno negativo.

Debido a ese retardo existente en el coeficiente de correlación, no debemos considerar tanto el punto en el cual la correlación pasa a terreno negativo, sino el momento en el que la correlación comienza a perder fuerza desde un valor positivo, y eso podemos determinarlo con el cruce a la baja de la correlación con una media exponencial de periodo corto.

Si calculamos en gráfico semanal el coeficiente de correlación de Pearson de periodo 30 entre el S&P 500 y el oro, y le aplicamos una media exponencial de 10 semanas, cuando la curva marcada por la correlación se encuentre en terreno positivo y corte a la baja la media exponencial, nos estará indicando el punto en el que la correlación empieza a perder fuerza. Si el planteamiento que hemos hecho en este artículo fuese cierto, ese punto nos podría servir de aviso de caídas en los índices y comienzo de movimientos alcistas en el oro.

El gráfico de la Figura 1 muestra los puntos de corte que se han producido en los últimos años. Como se puede observar a simple vista, aunque en ciertos casos se adelanta a la caída de las bolsas en varias semanas, por regla general marca bastante bien los momentos de inicio de fases bajistas en el índice S&P 500.

Los que me conozcan, o hayan leído artículos míos anteriores en esta misma revista, sabrán que me gusta comprobar mis planteamientos y no los acepto como válidos a no ser que pueda demostrar numéricamente que son ciertos.

Para intentar probar el patrón descrito en este artículo, partiré de un sistema muy simple en gráfico semanal que ya he avanzado en los párrafos anteriores. Cuando el coeficiente de correlación de periodo 30 se encuentre por encima de cero y corte a la baja su media exponencial de 10 semanas, tendré una señal de compra en el oro y a su vez una de venta en el S&P 500.

Como lo que realmente quiero comprobar en este artículo es si esta señal es válida, y no desarrollar un sistema completo basado en ella, la salida la realizaré a las 10 semanas de haber entrado en el valor. De estar en lo cierto, este sencillo sistema debería ofrecer beneficios tras realizar una prueba de backtest histórico.

Ejecutando el sistema descrito anteriormente sobre el histórico de los últimos 12 años (comenzando el 1 de enero de 2000) del futuro del oro y el S&P 500, los resultados que obtendremos serán los que se muestran en la Tabla 1.

Conclusión

Como se puede observar, aunque los números que nos devuelve el sistema no son espectaculares y el número de muestras no es suficiente como para poder asegurar estadísticamente su funcionamiento, el porcentaje de operaciones ganadoras sí nos podría estar sugiriendo que el planteamiento desarrollado en este artículo es correcto.

Por tanto, aunque no es recomendable utilizarlo como sistema, el patrón que marca la correlación entre el oro y el S&P 500 sí podría utilizarse como aviso para reducir la exposición de nuestra cartera y cubrirnos frente a posibles caídas en el mercado.