De nuevo los bancos centrales, casi como si se hubieran coordinado, han logrado matizar los riesgos que manejaban a principios del verano los inversores. ¿Un nuevo aplazamiento? Los problemas no se han solucionado. Pero, al menos, no suponen una amenaza inmediata su materialización. ¿La excepción? Que haya accidentes. Y cuando hablamos de temas políticos, el riesgo de imponderables es mayor.
Pero, la relativa calma conseguida por los bancos centrales sí tiene un impacto claro en la gestión de las carteras de los inversores. Me refiero, naturalmente, a la diversificación. Frente al riesgo sistémico que nos acosó al principio de la Crisis ahora los inversores son más pragmáticos: no todo es peligroso; no todo es rentable. Al final, las categorizaciones absolutas ya no tienen sentido. Asset allocation, regional equity selection, global sector selection y global stock selection….son expresiones ya habituales al plantearse la gestión de la cartera. La elevada correlación que vimos en los primeros años de la Crisis impuso un modelo de gestión de carteras enfatizando la rentabilidad obtenida a través de inversiones relativas. Ahora, por el contrario, lo que vemos es que las correlaciones vuelven a bajar y como decía al principio los inversores discriminan entre activos. ¿No descansa en esto la teoría de la Gran Rotación? Los últimos datos de entrada de dinero hacia fondos de equities es esperanzador en este sentido. Algo menos que haya sido compatible con nuevas salidas de dinero desde fondos de bolsa en emergentes.
– ¿Qué hemos visto en lo que llevamos de año?
– Cartera: bolsas USA al alza y deuda USA a la baja.
– Bolsas mundiales: bolsas USA y japonesa al alza frente a los descensos en mayor o menor medida del resto.
– Selección por sectores: consumo, farmacia e industria al alza frente a energía, materias primas y utilities que han recortado.
– ¿Grandes valores? No ha quedado claro.
¿Buscar rentabilidad en un mundo de tipos nulos? Compartirán conmigo que la pregunta invita a tomar riesgos que pueden parecer excesivos. Al fin y al cabo, rentabilidad y riesgo son los dos lados de la moneda. En esta cuestión descansan algunas dudas mostradas por el propio Bernanke este verano. Pero puede mucho más la necesidad de mantener mercados financieros comprados (aunque no tienen por qué ser también líquidos).
Plantearnos todo lo anterior también es compatible con valorar los tiempos para tomar la decisión de invertir y su duración. Pese a la relativa calma conseguida, ¿podemos asumir que es buen momento para comprar de nuevo activos de riesgo? Muchos inversores norteamericanos así lo han considerado pese a: 1. debate sobre el cambio de sesgo de la Fed; 2. la incertidumbre internacional; 3. el propio debate sobre la valoración de la bolsa USA. Ellos no han tenido dudas, quizás bajo la nueva garantía “implícita” del Presidente de la Fed. Pero, ¿podría realmente mantenerla en un escenario de mejora económica y unos datos de inflación más sostenidos? La inversión institucional ha quedado fuera de las compras, quizás aún bajo el trauma de los malos resultados obtenidos por la gestión de la cartera en junio.
¿Las bolsas emergentes? Sí, siguen siendo nuestras preferidas bajo una perspectiva de medio y largo plazo. ¿Cómo no podrían serlo cuando su valoración actual es la mitad que la que encontramos en las bolsas desarrolladas? Y sin embargo, no tengo nada claro que sea el momento de apostar por ellas. De hecho, tampoco tengo muy claro que a corto plazo se den las condiciones para apostar por activos de riesgo. Quizás me equivoque, aunque no lo creo.