Desde que la bolsa es bolsa, bien cuando se apodara con el nombre de una familia de apellido Van Der Büerse o siglos atrás en los mercados en los que las tribus intercambiaban el ganado, la máxima comprar con el rumor y vender con la noticia no ha parado de guiar la vida especulativa de todos los seres humanos.
Con el avance de los tiempos las tecnologías han ido acelerando el proceso y lo que antes representaba una ventaja competitiva hoy ya no lo es. No nos imaginamos a la familia Rothschild a día de hoy haciendo uso de las palomas mensajeras para obtener rápidamente una información de algo que a día de hoy en ese mismo periodo de tiempo no supiera ya una señora de 100 años observando la caja tonta en el matinal de la mañana. Los tiempos cambian, sin duda.
Por todos es sabida la sed de información que tienen la mayor parte de los participantes en los mercados, información que en la mayoría de los casos puede ser aprovechada como una ventaja competitiva si se es el primero en tener acceso a ella. Los bancos de inversión así lo saben y gran parte de sus recursos van encaminados a ello, ser los primeros en tener acceso a información y poder utilizarla. No obstante, hablamos de datos, bien sea en forma de cotizaciones de precio o de órdenes ejecutadas.
Sin embargo, parece que con el tiempo el término dato o noticia se acaba mezclando con otros mucho más etéreos, por el simple hecho de intentar aprovechar la posible información útil que se pueda desprender de ella. Y es aquí donde cobran relevancia las redes sociales estando a la cabeza “Twitter” como uno de los mentideros con mayor peso.
Por todos es conocido el incidente ocasionado el 23 de abril al hackerase la cuenta la agencia Associated Press (AP) afirmando que se había producido una explosión en la Casa Blanca, en la que supuestamente había resultado herido Barack Obama. Automáticamente la noticia se extendió por toda la red haciéndose eco otros medios de comunicación. La reacción del mercado no se hizo esperar, el Dow Jones cayó 150 puntos.
3 minutos después AP comunicó que la noticia era falsa ya que les habían hackeado la cuenta, volviendo el mercado a recuperar lo perdido en poco tiempo.
Este hecho nos hace plantearnos la siguiente pregunta. ¿Tan seguro es nuestro sistema si un niño de 15 años cono conocimientos de informática tiene la capacidad de extender una noticia que haga desplomarse el mercado? ¿Merece la pena beber de fuentes no contrastadas?.