Todos sabemos acerca del efecto de atracción que ejerce la luna sobre el agua de los océanos provocando las mareas, así como también de su influencia en la germinación y el crecimiento de los cultivos (los que invierten en este tipo de derivados lo tienen muy en cuenta). Sin embargo, a nuestra educada mente antropocéntrica podría no serle fácil aceptar la posible influencia del satélite terrestre en nuestro comportamiento, pues, al margen de las afirmaciones de Paracelso en el Siglo XVI y de la existencia de controvertidos estudios que relacionan la luna con estados de ánimo, usualmente la influencia lunar la tenemos asociada con fantásticas historias de hombres lobo.
Ahora bien, si segmentamos esta idea de la influencia lunar al contexto específico de nuestras decisiones de inversión cotidiana, ¿nos resultaría inadmisible considerar una posible influencia lunar en nuestras decisiones de inversión? o por el contrario, ¿estamos abiertos a reconsiderar que este fenómeno es posible y usarlo a nuestro favor sin necesidad de admitir que somos una rara especie de “trader lunático”?
Los investigadores Kathy Yuan, Lu Zheng y Qiaoqiao Zhu, los dos primeros pertenecientes a la Escuela de Negocios de la Universidad de Michigan y el tercero al Departamento de Económicas de la Universidad de Michigan en Estados Unidos, decidieron investigar la relación entre las fases lunares y los rendimientos del mercado de valores de 48 países.
Para investigar la relación entre las fases lunares y rendimientos de las acciones, los investigadores examinaron la asociación de las fases lunares con los retornos de dos carteras, una en la que los valores habían sido diversificados y otra basada en la capitalización global de los activos. Ambas carteras se aplicaron a los índices de 48 países. Los resultados indicaron que la rentabilidad de las acciones en la cartera global fue significativamente menor durante los períodos de luna llena que durante los períodos de luna nueva. Para la cartera basada en diversificación la diferencia de la rentabilidad acumulada entre los períodos de luna nueva y luna llena fue de 40.26 puntos básicos por ciclo lunar para una ventana de 15 días y de 27.48 puntos básicos por ciclo lunar para una ventana de 7 días; ambos son estadísticamente significativos al nivel del 5%.
Para la cartera basada en capitalización global, la diferencia de retorno correspondiente fue de 30.44 puntos básicos para una ventana de 15 días y de 25.87 puntos básicos para una ventana de 7 días, que son significativas a niveles del 10% y del 5% respectivamente.
De acuerdo a los investigadores estas cifras se traducen en diferencias de retorno anual entre un 3% y un 5%.
Para estudiar la relación entre el efecto lunar y el sentimiento de los inversores, los investigadores examinaron si el efecto lunar en el rendimiento de las acciones estaba relacionado con el tamaño del activo y de esta manera verificarían si la influencia lunar predominaba en las decisiones de los inversores particulares o en las de los institucionales, pues la capacidad adquisitiva de acciones de gran capitalización es mayor para los inversores institucionales.
En las acciones de Estados Unidos, los investigadores encontraron que el efecto lunar fue más pronunciado para el NASDAQ y para las acciones de pequeña capitalización que para el NYSE-AMEX y las acciones de gran capitalización. Esto los llevó a concluir que el efecto lunar fue más fuerte para las acciones negociadas mayoritariamente por inversores individuales, respaldando la idea de que las fases lunares afectan a los estados de ánimo individuales, lo que a su vez afectaría al comportarnos en el proceso de toma de decisiones frente a la inversión.
Adicionalmente, los investigadores encontraron que la diferencia encontrada entre las rentabilidades no se debió a los cambios en la volatilidad del mercado de valores ni a los volúmenes de negociación. Los datos mostraron que el efecto lunar no se explicaba por los anuncios de los indicadores macroeconómicos, ni fue impulsado por grandes crisis globales. Por otra parte, el efecto lunar fue independiente de otras anomalías relacionadas con el calendario como el efecto enero, el efecto del “día de la semana” (the day-of-week effect,), el efecto del calendario mensual, ni el efecto de los días festivos (incluyendo los días festivos lunares).
Si es usted un inversor particular que opera regularmente o incluso si es un institucional, puede poner a prueba usted mismo la hipótesis de base de este estudio y comprobar si sus rentabilidades varían mes a mes durante los periodos de luna nueva y luna llena. Simplemente tome como referencia un calendario lunar de los muchos que abundan en la red y lleve un registro de sus inversiones. De forma simple para este último trimestre de 2015, tendremos luna nueva el 13 de octubre, el 11 de noviembre y el 11 de diciembre y luna llena el 27 de octubre, el 25 de noviembre y el 25 de diciembre. ¿Se anima a ponerlo a prueba?
Le invitamos a que lea el artículo completo en su fuente original: Kathy Yuan, Lu Zheng, Qiaoqiao Zhu, Are investors moonstruck? Lunar phases and stock returns, Journal of Empirical Finance, Volume 13, Issue 1, January 2006, Pages 1-23, ISSN 0927-5398:
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0927539805000691