Comienzo, con estas líneas, una nueva sección encaminada a recomendar lecturas sobre Economía y Finanzas. Y, para conmemorar el inicio, he escogido a uno de mis autores favoritos, André Kostolany o Kosto, como le llamaban sus amigos. El título completo de la obra es “El arte de reflexionar sobre el dinero, conversaciones en un café”. Tanto el título como el subtitulo de la obra son un excelente resumen de su recomendación estrella. Su consejo bursátil más conocido consistía en ir a la farmacia, comprar pastillas para dormir y, después de adquirir una cartera de valores internacionales, echarse a dormir durante unos cuantos años. No creía en el análisis técnico, ni en los derivados, tampoco en el análisis fundamental. Su forma de invertir se basaba en el medio y largo plazo, en sentarse a reflexionar durante días y especular con los movimientos futuros de los diferentes activos financieros.
Estamos ante un libro muy ameno y de fácil lectura, que constituye una obra indispensable para los amantes de la Bolsa. André Kostolany es considerado por muchos como el sucesor de Jesse Livermore y, a diferencia de éste, nos dejó una buena colección de libros, trece en total, de los que se han vendido más de tres millones de ejemplares. Entre ellos destaca “El fabuloso mundo del dinero y la Bolsa”.
A Kostolany no le gustaba comprar acciones a crédito, huía del apalancamiento y también de la posición corta. En esta obra narra dos acontecimientos que marcaron su vida y que merecen un breve comentario. En sus comienzos como especulador, André Kostolany dominaba tanto el lado largo como el corto, conocía perfectamente la posición corta y la utilizaba en beneficio propio sin importarle las razones morales que algunos aducían en aquellos tiempos.
En el crack bursátil de 1929, había estado en el lado correcto del movimiento, generando unas enormes plusvalías en posición corta, que contrastaban con las pérdidas que habían sufrido muchos de sus compañeros, que, en la mayoría de los casos, se habían arruinado o habían perdido sus empleos. André Kostolany se podía permitir cualquier lujo, cualquier restaurante, cualquier hotel. Sin embargo, ¿con quién iba a compartir esos momentos?, ¿podría sonreír mientras todos estaban tristes y malhumorados? En definitiva, ¿de qué le servía el dinero si no podía disfrutar de él? En aquellos momentos no se atrevía a ser feliz y empezó a dudar de la filosofía de inversión en posición corta. La gota que colmó el vaso y que le convenció de no volver a especular a la baja sucedió en París.
Tomó una fuerte posición corta en la compañía sueca Kreuger and Toll, dedicada al negocio de las cerillas. La operación fue todo un éxito para Kostolany, pero la quiebra de la compañía acabó con el suicidio de su dueño, el ingeniero Ivar Kreuger y Kostolany decidió abandonar para siempre la especulación en el lado corto del mercado.
¿Cómo le habría ido al bueno de Kosto en el momento actual?, ¿habría sido un especulador de éxito en el siglo XXI? Nadie podrá contestar a esta pregunta. Mi impresión es que el método de inversión que utilizaba nunca pasará de moda, sentarse a pensar y reflexionar sobre los movimientos futuros de los mercados financieros siempre dará sus frutos, aunque también deberíamos tener en cuenta que el autor vivió unos años de grandes oportunidades como fueron los felices años veinte o la reconstrucción europea tras las segunda guerra mundial. Fueron nada más y nada menos que ochenta años de Bolsa. Nació en Budapest en 1906 en el seno de una familia acomodada, siempre elegante e impecablemente vestido; un verdadero gentleman. Conservó su estado físico y mental en plenas condiciones hasta los últimos días de su vida. Falleció el 14 de septiembre de 1998 en París.
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