En un interesante estudio realizado en 2005 acerca de la influencia negativa que ejercen las emociones en la toma de decisiones frente a la inversión, un grupo de investigadores de las universidades de Stanford, Carnegie Mellon y de Iowa (Estados Unidos) encabezados por el profesor Baba Shiv, descubrieron que contrariamente a lo que se había sugerido en investigaciones previas, la toma de decisiones no es un proceso que realice nuestro cerebro utilizando sólo nuestras facultades cognitivas (razonamiento, lógica, etc.), sino que está ampliamente influenciado por factores emocionales.

La investigación consistió en reunir un total de 41 participantes divididos en tres grupos: Un grupo compuesto por 15 pacientes con lesiones cerebrales asociadas a las emociones y que habían sido demostradas médicamente, pero que al mismo tiempo preservaban en perfecto estado sus funciones cognitivas (memoria, pensamiento, etc.). Otro grupo compuesto por 19 personas “normales“, con todas sus facultades en perfecto estado (tanto afectivas como cognitivas). El tercer grupo sirvió solamente como grupo control (N=7). Ambos grupos (grupo con lesiones cerebrales y normales) respondieron de forma similar a un test previo de inteligencia. La única diferencia entre los dos grupos consistió en que el primer grupo (lesiones cerebrales) no reaccionaba emocionalmente, debido a que todos sus integrantes se habían lesionado regiones del cerebro que procesan las emociones (p. ej. La amígdala, corteza orbito-frontal, corteza insular, etc.).

Los investigadores ofrecieron a cada uno de los participantes 20 dólares americanos para que posteriormente decidieran apostar o no en una serie de 20 rondas de lanzamiento de moneda (cara o cruz). En cada ronda el participante decidía libremente si quería o no apostar. La apuesta única era de 1 dólar por cada ronda. Si decidía no apostar entonces se pasaba a la siguiente ronda. Sí decidía apostar entonces se le presentaban las siguientes opciones: Si ganaba una vez lanzada la moneda, era premiado con 2,50 dólares, si por el contrario perdía debería abonar lo apostado, es decir 1 dólar. Con una expectativa 50-50 de ganar, se podría suponer que si un participante decidía apostar en todas las rondas tendría una expectativa de ganancia de 1,25 dólares por ronda, mientras que si decidía no apostar en ninguna de las rondas esa expectativa se vería reducida a 1 dólar.

Los resultados demostraron que el grupo de los pacientes lesionados apostó más veces (83, 7%) que el grupo de los normales (57,6%). De igual manera, al final de todas las rondas el grupo de los participantes lesionados obtuvo en promedio mejores beneficios (25,80 dólares) que el grupo de los participantes normales (22,80 dólares).

Según los investigadores, estos resultados respaldan la hipótesis de que pacientes lesionados en zonas del cerebro específicamente relacionadas con el procesamiento de la afectividad, tomarán decisiones más ventajosas que las personas normales cuando se enfrenten a juegos que tienen una expectativa positiva de beneficios.

Adicionalmente el profesor Shiv Baba y colegas concluyen que las emociones juegan un papel crucial en las decisiones que implican riesgo. Al parecer desempeñan una función de supervivencia que se dispara automáticamente en el proceso de toma de decisiones cuando existe percepción de riesgo, y podría estar influida por experiencias previas. Por ejemplo, los resultados de las pérdidas pasadas influyen como factor inhibitorio para futuras apuestas temiendo caer en una “racha de pérdidas”. No obstante, los investigadores advierten que ellos no saben y no pueden afirmar los resultados que se obtendrían ante situaciones de incertidumbre o bajo condiciones de ambigüedad, dejando esta puerta abierta para futuras investigaciones. Unas de las muchas preguntas que pueden surgir a raíz de este tipo de estudio, es ¿cómo influyen nuestras emociones en la operativa diaria? ¿Son los mercados financieros un juego predecible? ¿Qué condiciones psicológicas necesito controlar para realmente avanzar hacia el éxito?

Quien desee obtener más detalles acerca de este estudio puede consultar : Investment Behavior and the Negative Side of Emotion Psychological Science, Vol. 16, No. 6, 2005

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