El reflejo de nuestro ego en el trading

Detectar si estamos interfiriendo con nuestras emociones en la operativa y actuar en consecuencia es una parte esencial de nuestro entrenamiento para evitar poner en riesgo no sólo nuestros beneficios sino también nuestro capital.

Durante toda su historia como especie, el ser humano ha demostrado ser presa fácil de sus emociones ante situaciones que consiguen confrontarle con su capacidad de autocontrol. Grandes guerras y genocidios han tenido como disparador una imparable ambición de poder que ha invadido la mente de sus promotores y estás mismas guerras han llevado a sociedades enteras a experimentar el miedo más profundo al poner en riesgo vidas inocentes. Al parecer estas dos emociones afloran también en nuestra vida cotidiana en una escala mucho menor, cuando se producen a nuestro alrededor determinadas circunstancias, bien sea que las hayamos propiciado o no. El miedo surge como respuesta ante cualquier situación que amenace algún aspecto de nuestra integridad, sea esta física, mental, social o económica. La ambición en cambio está más asociada con la sensación de posesión como sinónimo de poder, especialmente de poder económico y se produce cuando pese a haber obtenido un beneficio y aún duplicado y triplicado éste, continuamos experimentando una necesidad irracional e insaciable de querer más y más, poniendo en riesgo lo que ya hemos ganado.

Toda persona que haya operado en los mercados financieros y especialmente (pero no exclusivamente) si ha realizado operativa intradía, se ha enfrentado alguna vez en su vida con al menos una de las dos reacciones humanas más peligrosas para hacer trading.

En muchos libros de trading se advierte explícitamente sobre estas dos mortales conductas que debe evitar todo trader y por lo tanto no resulta de ninguna utilidad para el lector que reiteremos aquí nuevamente lo mismo, ni que insistamos sobre la importancia de evitar las mismas mientras operamos con los mercados financieros, pues, a todas luces es algo que parece “obvio”. El interés que nos ocupa en este artículo es doble: por una parte reflexionar e indagar un poco acerca del por qué, pese a que resulta tan obvio, en algún momento de nuestra operativa terminamos en mayor o menor medida siendo afectados por estas emociones y en algunos casos de forma recurrente. Por otra parte, una vez que hayamos discutido acerca de lo que está detrás de estas conductas, intentaremos proponer al menos una pauta que sea de utilidad para el trader.

El factor común entre la avaricia y el miedo

Aunque son conductas que reflejan emociones virtualmente diferentes, el miedo y la avaricia subyacen a un elemento común que es el Ego. Intentemos verlo con el ejemplo de un hipotético amigo nuestro que es trader y quien ha perdido más del 30% del capital de su cuenta en una sola jornada, imaginemos que es una trader con cierta experiencia y muy, muy seguro de sí mismo. Imaginemos también que un lunes por la mañana le sorprende un gap con adicional caída del mercado del 10% teniendo sus posiciones abiertas en largo. Nuestro amigo trader tenía su stop pre-establecido en un 3% pero no estaba programado automáticamente. Sentado frente a la pantalla de su ordenador observa la vertiginosa caída de la mañana, y aún tiene tiempo de cerrar posiciones perdiendo un 15% si cierra 5 minutos después de la apertura, pero no lo hace. Su extrema “seguridad” le hace decirse a sí mismo que el mercado retornará a su curso alcista e incluso le compensará. Pero no conforme con esto, en plena caída decide abrir una nueva posición en largo para aprovechar el “momento”, actuando como un “iluminado” con una supuesta táctica de guerrilla. . Topo lo anterior no estaba en sus reglas de trading, ha sido producto de su improvisación con la cual ha comprometido un 10% más de su cuenta. Su Ego-centrismo le ha dominado en todo momento cometiendo un error imperdonable en el trading que es traspasar los límites pre-fijados del máximo riesgo. Este tipo de trader se considera a sí mismo muy efectivo, inteligente y especialmente tiene marcado en su cerebro que “él en particular” no puede perder. Es capaz de negar socialmente sus pérdidas e incluso a sí mismo. Eso le convierte en un trader temerario, sin disciplina y por consiguiente incapaz de aplicar una gestión monetaria a su cuenta. Naturalmente si usted conoce a un trader con este perfil no le va a dar su dinero para se lo gestione ¿o sí?, eso sería correr un alto riesgo, ¡pero no el máximo riesgo! pues el máximo riesgo se correría si ese trader fuese usted mismo.

Imaginemos ahora que nuestro amigo trader no es en absoluto un trader como el que acabamos de describir. Nuestro trader ahora es una persona extremadamente indecisa, del tipo de persona que al mismo tiempo que se plantea realizar un viaje, decide casi simultáneamente no hacerlo porque existe el riesgo de que se caiga el avión, pero dos segundos después decide que debe viajar porque tiene el compromiso de hacerlo, acto seguido compra el billete y cuando llega al aeropuerto se arrepiente y no viaja. Finalmente, una vez que ha despegado el avión, se queda con la sensación de haberse equivocado, ya que debió haber viajado. Así pues, en este caso nuestro amigo trader se ha encontrado una mañana con la sorpresa que el mercado ha hecho un gap durante el overnight y súbitamente abre con una pérdida del 10% en sus posiciones abiertas en largo. Al igual que nuestro anterior trader, tenía prefijado el stop al 3% y ahora tiene la oportunidad de cerrar posiciones perdiendo un 15%, un 12% más que su stop, sin embargo, mientras toma la decisión se queda atrapado en su propia indecisión, pensando si debe esperar o debe cerrar posiciones, entre tanto el mercado le va barriendo literalmente otro 4% hasta que finalmente cuando lleva ya un 21% acumulado de pérdidas, decide cerrar la posición. Justo cuando la acaba de cerrar el mercado hace un giro que lleva a nuestro amigo trader a pensar que ha cerrado equivocadamente la posición y que el mercado se está “dando la vuelta” y como es “natural” en su pensamiento dicotómico, al mismo tiempo le surge la duda de si realmente se está dando la vuelta, pues él no lo sabe con certeza (realmente nadie lo sabe), sin embargo mantienen la esperanza de acertar en el último minuto. Entre esta cadena de opiniones propias encontradas en su cerebro, finalmente se decide por abrir una nueva posición en largo con el argumento de “tomar ventaja de la recuperación de la tendencia”, pero al momento duda y mientras tanto el mercado continúa subiendo con menos fuerza que cuando bajaba hace unos minutos, lo cual le refuerza su idea de que el mercado está “queriendo retornar a su tendencia”. Él tiene miedo de que una vez que abra posiciones el mercado se dé la vuelta nuevamente pero al mismo tiempo quiere “recuperar su dinero”. Finalmente termina abriendo una posición en largo y unos segundos después que se ha ejecutado la orden el mercado le muestra “nuevamente” su verdadera tendencia (caída libre) y de un solo golpe le saca del mercado.

Ahora bien, si miramos en cámara lenta y con lupa las ideas contradictorias que pasaban por la cabeza de nuestro amigo trader durante esos minutos de “pánico” vemos que en todo momento había un miedo a perder, es decir, nuestro amigo trader indeciso, “no estaba dispuesto a perder”, en todo momento ha querido tomar la decisión correcta y aunque en su conducta se manifieste como miedo y ansiedad, en el fondo este hombre al igual que nuestro trader avaricioso tampoco está dispuesto a perder. En ambos casos estaban muy centrados en sí mismos (Ego) y perdieron la perspectiva; en ambos casos hay evidencia un problema de madurez mental que radica en una falta de control sobre el Ego.

Recuperando el Control

Puede que los perfiles de traders de los ejemplos anteriores no disten mucho de la realidad que experimentan mucho traders hoy en día, en especial aquellos que por vez primera se sientan a operar en una plataforma de trading. De hecho, se podría afirmar casi con toda seguridad que todos nosotros e incluso los traders más profesionales han tenido en mayor o menor medida alguna de estas emociones exaltadas durante una sesión de trading. Casi todos los años sale a la luz pública un nuevo caso de un supuesto “gurú” que acaba de descapitalizar un fondo en el que ciertos ingenuos habían confiado sus inversiones. En el contexto institucional cada cierto tiempo en las mesas de tesorería son reubicados algunos traders quienes han sobrepasado de forma recurrente el límite de riesgo (y algunas veces en su reemplazo ponen a uno nuevo que toda su vida ha operado con renta fija); sin embargo, tanto en el caso del gurú como en el del trader de mesa, en el peor de los casos pierden su “prestigio” o sus puestos; sin embargo, cuando se trata de un trader por cuenta propia se pueden hacer grandes destrozos al capital en muy poco tiempo, ya que el control de su riesgo está en sus propias manos, en tanto los primeros usualmente tienen controles externos que les impiden el descalabro total. No obstante, es importante enfatizar que los controles institucionales no siempre son tan eficientes, ya que se han dado casos como el de Jérôme Kerviel del banco Delta One de París quien condujo su entidad a una pérdida de 4900 millones de Euros haciendo tambalear los mercados financieros el 21 de enero del 2008.

Una de las claves para eliminar estas conductas de nuestra operativa es ante todo reconocer que estamos obrando mal al no aceptar que la pérdida al igual que las ganancias, forma parte de la vida cotidiana de todo trader y que lo que se espera finalmente es que en el balance de resultados las últimas superen las primeras; esto debe ser un axioma para el trader sea cual sea el tipo de operativa que utilice. Si un trader no está dispuesto a perder, está condenado a perder. Es decir, la pérdida tiene que hacer parte del presupuesto de inversión, lo que se conoce como el “draw” en la estimación retrospectiva o backtesting de una estrategia de trading y se debería tomar muy en serio antes de dar el primer paso. Muchos han visto esta palabra antes de comenzar a operar y han “admitido” haber aceptado la existencia de un draw, pero al mismo tiempo han mantenido la fantasía que dicho draw no tiene nada que ver con ellos; se han dicho a sí mismos que no tendrían tan mala suerte como para empezar con un draw. No es necesario hacer más comentarios al respecto a esta actitud.

Otro aspecto estrechamente vinculado con el anterior consiste en seguir las reglas de trading que como bien sabemos, se debe componer al menos de una regla de entrada y de dos reglas de salida (objetivo, stop) y todas ellas se deben seguir a rajatabla, pase lo que pase en los mercados. Podemos especular a “toro pasado” que es una buena idea o estrategia ir adaptándonos a la dinámica del mercado y operando según convenga en cada momento (el “ojo clínico”), pero esto en la práctica es inviable y se evidenciaría con un registro sistemático de los resultados obtenidos. Actuar de esta manera equivale a no tener un plan de trading y en gran medida es una actitud irresponsable, pues el mercado tiene como componente implícito la incertidumbre, es decir que cualquier cosa puede pasar en cualquier momento.

En resumen, podemos concluir que es preciso detectar inicialmente de forma sincera y responsable la manera cómo reaccionamos en la práctica frente a cada una de las operaciones abiertas, llevando un registro diario o bitácora de nuestro grado de interferencia en el cumplimiento de las reglas de todas las operaciones.

Si detectamos que hemos violando nuestras propias reglas con una frecuencia superior a un 5% de las veces que operamos, se puede considerar que entramos en zona de alerta naranja. En realidad debería ser 0% para estar en la zona de seguridad, es decir nunca deberíamos violar nuestras propias reglas, especialmente las de salida, pues aunque lo haga de forma aislada un par de veces al año, nada le garantiza que una de esas veces no sea justamente el día en que se produzca una de las mayores caídas de la historia. Si estamos inconformes con las actuales reglas de trading entonces deberíamos suspender la operativa, cerrar posiciones y confeccionar un nuevo plan de trading, pero nunca intervenir de forma visceral. Si un trader se encuentra en la zona de alerta naranja tiene dos alternativas, o bien, reconoce que tiene un problema de autocontrol, o bien, puede taparse los ojos frente al reflejo de su propia indisciplina.

El mercado como bien sabemos, es en cierta medida una “entidad viviente” a la cual vemos y sentimos respirar con cada tick y sabemos que sus pulsaciones responden a las interacciones de un gran cúmulo de personas, instituciones, otros mercados e incluso variables ajenas al mercado de forma directa como puede ser una tragedia natural. La gran mayoría de los participantes independientes reaccionan de forma recurrente con miedo o avaricia ante los eventos, noticias o especulaciones de gurús dando lugar a la volatilidad. Por el contrario, algunos pocos han aprendido a usar el mercado a su favor detectando el reflejo de sus emociones y manteniendo el control sobre éstas, con lo cual siguen las reglas y tienen éxito. Quizás este es un buen ejemplo que los neófitos deberíamos imitar con humildad, ya que siempre tenemos algo nuevo que aprender.