En 2013 el Dr. David Tuckett, profesor del instituto de psicoanálisis de Londres dio a conocer un estudio que consistió en entrevistar a 52 gestores de fondos experimentados de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Asia e indagar acerca de sus estados emocionales durante el proceso cotidiano de sus inversiones.

Los resultados de este estudio fueron publicados en su libro titulado: “Minding the Markets: An Emotional Finance View of Financial Instability” que traducido al castellano es más o menos: “Tomando conciencia de los Mercados: Una perspectiva financiera emocional de la inestabilidad de las finanzas”. En esencia, el profesor Tuckett concluye que tanto los inversores particulares como los profesionales que se tienen mejor desempeño, son capaces de reconocer que la inversión tiene una carga emocional inherente y comprender cómo las emociones afectan su conducta (sus decisiones).

Tuckett intenta dar sentido a la expresión “perspectiva financiera emocional” argumentando que al entrar en el juego de los mercados financieros se debe aceptar que el futuro no se puede conocer con certeza (es incognoscible) y por consiguiente durante el tiempo que se mantengan las posiciones abiertas se estará en una zona de incertidumbre y ello consecuentemente generará sentimientos ya que es el dinero el que está en juego.

En su estudio el profesor Tuckett comenta casos de inversores que entablaban relaciones muy afectivas con un activo en particular haciendo que se mantuviera una inclinación muy potente para hacerse con ese activo, llegando a superar criterios racionales de decisión. En sus entrevistas descubrió que aún los grandes gestores experimentaban un compromiso emocional con sus operaciones financieras y que incluso cuando los más experimentados de ellos conseguían hacer a un lado sus emociones a la hora de invertir, lo hacían justamente porque eran capaces de reconocer la situación de incertidumbre en que estaban inmersos.

Explícitamente el profesor Tucker menciona en el prefacio de su libro que:

Basado en mis observaciones, me parece que los mercados financieros crean necesariamente historias emocionalmente peligrosas, estados mentales problemáticos y extraños procesos grupales en los que el pensamiento realista se encuentra básicamente perturbado. Desde esta posición voy a argumentar que, tal como están organizados en la actualidad, los mercados financieros son intrínsecamente inestables. También voy a sugerir que podemos hacerlos más seguros sólo si entendemos cómo y por qué los activos financieros desatan poderosas emociones y estimulan creencias narrativas que perturban el juicio humano*.

Por lo cual, uno de las mejores lecciones que nos puede dejar este estudio de Tuckett, es que cuando se opera en los mercados financieros se puede tener más éxito si se reconocen las emociones que afloran especialmente cuando se está dentro del mercado y que no conviene negarlas aludiendo a que somos insensibles. Este reconocimiento aunque parezca simple en la teoría, en la práctica le puede costar grandes e importantes pérdidas a un inversor. La clave entonces radica en conseguir ser consciente e identificar las emociones que pueden estar influyendo o entorpeciendo nuestra operativa, pues es evidente que si no se admiten estas emociones, entonces estaremos negando su existencia y consecuentemente no las podremos ver, pero ellas seguirán existiendo ya que como dice el profesor Tuckett: “la emoción es inherente a la inversión”.

(*) Minding the Markets: An Emotional Finance View of Financial Instability. Ed. Palgrave Macmillan, 2011. ISBN: 9780230299856, NewYork NY