Analicemos el pasado para mirar hacia el futuro. Veamos las cuatro fases de un ciclo económico que marcan el ritmo en los mercados


Nos encontramos ante una situación de fuerte crisis glo­bal, si bien es cierto que en nuestra región, Europa, está siendo especialmente acusada. Sin embargo, cabría preguntarse si esto es realmente algo excepcional, o si ha ocurrido más veces. No cabe duda de que esta crisis es una de las más graves de la historia, pero ¿la historia se repite? ¿Conviene estar fuera de mercado y no invertir ante un escena­rio tan convulso? ¿O, por el contrario, existen oportunidades?

Situémonos. Que la historia se repite es un hecho, y que la eco­nomía es cíclica es algo que casi nadie discute hoy en día. Que las fases del ciclo son cuatro –a saber; desaceleración, contrac­ción, reactivación y crecimiento- también es algo comúnmente aceptado. La cuestión es que, aunque en un esquema teórico tradicional las cuatro fases se suceden de una manera ordenada, en la realidad esto no siempre ocurre. Así, durante la década de los noventa, la economía de USA pasó por sucesivas fases de crecimiento y desaceleración, pero ninguna contracción, en lo que Alan Greenspan denominó “el Nuevo Paradigma”. Cierta­mente, la duración de las distintas fases del ciclo puede variar significativamente, de modo que en promedio, las fases expansi­vas de reactivación y crecimiento suelen durar más tiempo que las contractivas de desaceleración y contracción. Pero esta regla general, como estamos sufriendo en nuestras carnes, puede te­ner excepciones.

Bajemos ahora al mercado. Desde el punto de vista de la renta variable, las distintas fases del ciclo son más apropiadas para di­ferentes sectores en cada caso. Por ello, si somos capaces de pul­sar las teclas adecuadas, una correcta rotación sectorial debería mejorar la rentabilidad de las carteras de inversión. Sin embar­go, debemos ser cautos: la rotación conlleva riesgos –sobre todo el timing- y por eso debe realizarse poco a poco. Además, este posicionamiento sectorial “Top Down” debe complementarse con un análisis “Bottom up” de fundamentales, para identificar las mejores oportunidades en cada sector.

Analicemos ahora una por una las fases del ciclo económico. Comencemos con la desaceleración, caracterizada porque, tras un período de alto crecimiento, la inflación alcanza su pico. La economía sigue creciendo, pero más lentamente. Los bancos centrales han estado subiendo tipos para frenar desequilibrios, y esas políticas económicas restrictivas empiezan a surtir efec­tos en la economía real. Entonces la política monetaria suele tornarse más neutral hacia los tipos de interés. ¿Dónde se debe invertir con este escenario? En valores de crecimiento defensi­vo, por ofrecer certidumbres de crecimiento en un mercado que descuenta caída de beneficios futuros en las empresas. Además, estos sectores –tales como aseguradoras o farmacéuticas- se ven beneficiados del flujo de capitales que va de los sectores más cíclicos hacia los más seguros –“flight to quality”-. En cualquier caso, es un entorno en el que se debe infraponderar el posicio­namiento en Bolsas.

Tras la desaceleración, nos enfrentamos a la fase de contracción propiamente di­cha. Y es que tras un período largo de crecimiento econó­mico, y una reciente tempo­rada de menor intensidad, la economía suele dar sínto­mas claros de contracción. El crecimiento económico cae, la inflación se reduce, el desempleo aumenta. Y entonces la política monetaria adquiere el sesgo expansivo, y se empiezan a ver bajadas de tipos de interés para estimular la economía. Ante esta coyuntura, los sectores cíclicos se ven beneficiados por la expansión de múltiplos que acompaña la caída en los tipos. Las curvas ya descuentan el peor escenario y empieza a pensarse que es una situación de poco tiempo, por lo que los bonos ofre­cen poco valor a los inversores. Los sectores favorecidos suelen ser bancos y sectores cíclicos, y es el momento de sobreponde­rar posiciones en Bolsa.

Es entonces cuando llega la reactivación. Después de que las autoridades monetarias han bajado tipos agresivamente para combatir la falta de crecimiento y el desempleo, la economía empieza a reactivarse. Aunque la inflación empieza a repuntar, conviene continuar con la política monetaria expansiva, y se be­nefician las materias primas y los sectores cíclicos, que empie­zan a descontar la recuperación de la demanda. Las industrias básicas, energía, construcción y automóviles suelen ser los sec­tores más beneficiados en mercados. Debemos sobreponderar fuertemente nuestras posiciones en Bolsa en este escenario.

Por último, la fase de crecimiento llega cuando vemos una eco­nomía robusta que genera presiones inflacionistas. Ante esta si­tuación, las autoridades monetarias suben tipos de interés para contener el crecimiento, y el mercado comienza a descontar desaceleración por esa subida de tipos. Este escenario favorece a los sectores defensivos y al mercado monetario. Utilities, ali­mentación y consumo no cíclico son los más beneficiados, pero es el momento de ir deshaciendo posiciones en Bolsa.

Les he expuesto las herramientas, pero les dejo lo más difícil. Y es que es imprescindible conocer en qué parte del ciclo eco­nómico estamos y hacia dónde nos dirigimos para poder tomar las decisiones de inversión correctas. Sin duda, debemos ser ca­paces de valorar relativamente las principales clases de activos para aprovechar las oportunidades y minimizar unos riesgos que –en mercados- siempre están ahí. Pero, desde mi punto de vista, lo más importante es discriminar el “momentum” adecua­do, y saber dilucidar en qué fase del ciclo nos encontramos para obtener rentabilidad de nuestras inversiones.