Según un reciente estudio publicado en The North American Journal of Economics and Finance por Philip Maymin, profesor asistente de ingeniería de riesgos y finanzas del Instituto Politécnico de New York, la música popular puede presagiar las condiciones del mercado.

El fundamento de este estudio se basa en que la atmósfera social influye tanto en nuestra escogencia de la música como en nuestros mercados financieros. Consecuentemente la música podría considerase un indicador del estado anímico, lo que parece estar respaldado por investigaciones previas en neuroeconomía que se han centrado en aislar las partes del cerebro responsables del estado anímico (Camerer, Loewenstein, and Prelec, 2005).

Para el estudio se utilizó por una parte la base de datos de canciones del Billboard Hot 100 que es la mayor compañía y la más antigua (creada en 1894) que registra el record de popularidad de las canciones en Estados Unidos. Por otra parte se utilizaron los datos correspondientes a los retornos del S&P500 durante el mismo periodo.

Al comparar la variación promedio anual del ritmo de las canciones en el Top 100 de Billboard EE.UU. desde 1958 hasta el año 2007 con la desviación estándar de los retornos del S&P 500 para el mismo año o para el año siguiente, se observó una correlación negativa, es decir, que la gente que contempla un panorama económico complejo en el futuro prefiere más la música simple en vez de la música compleja y viceversa.

Para hacernos una idea acerca de lo que el autor quiere decir con música simple (ritmos estables) y música compleja (ritmos turbulentos) tomamos las siguientes referencias de su estudio: Ejemplos de cantantes con una alta varianza en el ritmo (canciones relativamente complejas): Barbara Streisand, Bobby Vinton, Alicia Keys y Alice Cooper. Por otra parte, artistas como Ace of Base, Genesis, Al Green, y Bobby Brown son considerados como cantantes de canciones “estables” o “simples”. Una de las 65 canciones con más bajo nivel de varianza fue la mundialmente famosa canción “Take On Me.” del grupo noruego A-Ha en 1985.

El autor concluye que cuando los actores económicos consideran que el panorama de la actividad económica en el futuro se presenta más compleja y riesgosa, prefieren escuchar música simple. Parece existir una relación negativa entre la volatilidad de la música y la volatilidad del mercado. En tiempos financieros turbulentos, las personas prefieren la música estable y en tiempos financieros estables, las personas prefieren la música turbulenta. Además, pareciera como si el interés musical apareciera primero (frente a los mercados financieros) haciendo las veces de predictor de la futura volatilidad del mercado.

Adicionalmente el autor sugiere la importancia de replicar este estudio en otros mercados locales aparte del S&P500 y a ser posible reducir el marco temporal por ejemplo comparar el top 100 semanal con los retornos semanales de un determinado índice. Esto podría ser interesante.

El estudio que se publicó en enero del 2012, termina concluyendo que basados en esta hipotética relación música-mercados financieros y proyectando hacia el futuro, la reciente volatilidad del mercado (estimada en el momento de escribir el artículo) hace suponer que la música estable va a ser la preferida en el futuro próximo. Por otro lado, desde la perspectiva de los inversores, las recientes preferencias musicales sugieren que las personas están considerando una actividad económica compleja en el futuro, lo cual podría inducir una relativamente alta volatilidad en el futuro.

Para quien esté interesado en conocer todos los detalles estadísticos del estudio, puede consultar la fuente original del mismo en: Music and the market: Song and stock volatility. Philip Maymin. The North American Journal of Economics and Finance. Volume 23, Issue 1, January 2012, Pages 70–85.