En enero de 1988, cuando todavía el negocio de la ropa era muy importante para Casa Kishoo y las inversiones financieras estaban apenas comenzando, sufrimos un devastador incendio en una de nuestras tiendas. En ese momento pude comprobar lo que siempre había sabido: para que una empresa funcione, sus trabajadores deben quererla y sentirse parte de ella. Cuando el incendio todavía estaba activo, nuestros trabajadores vinieron de madrugada para colaborar en el rescate de documentos y mercancía (uno de los trabajadores incluso vino con su mujer para que ayudara, y la contraté a la semana siguiente). No sólo eso: muchos de ellos incluso me pidieron que no les pagara durante unos meses hasta que la empresa se recuperase del golpe. Por suerte, las inversiones en bolsa ya empezaban a dar sus frutos y pudimos pagarles sin problemas.

Cada empleado trae su propio conocimiento a la empresa. Un buen empresario debe saber aprovecharlo y hacerlo fluir para generar sinergias cuando esos conocimientos individuales se ponen a trabajar juntos al servicio de la empresa . En Casa Kishoo, siempre que hacemos una operación importante, sea financiera o inmobiliaria, me gusta preguntar su opinión a todos los empleados, sean expertos en la materia o no, porque sé que cualquiera de ellos puede darme una buena idea o un enfoque diferente. Siempre he tenido una relación especial con mis empleados. Aunque Casa Kishoo ahora sea una gran empresa por el volumen de nuestras operaciones, seguimos siendo una empresa familiar, y me gusta considerar a los empleados como parte de mi familia. Al tener pocos trabajadores y conocerlos bien, tenemos mucha flexibilidad a la hora de aprovechar al máximo sus cualidades en favor de la empresa. Un empleado al que hemos contratado para un puesto determinado puede pasar a desempeñar otra función si vemos que las necesidades de la empresa o sus propias capacidades lo aconsejan, no tenemos las rigideces que pueda haber en una multinacional.

Me siento orgulloso de no haber despedido nunca a nadie (en realidad una vez tuve que hacerlo con dos empleados, pero porque habían cometido delitos muy graves). Las veces que he descubierto que un empleado estaba actuando incorrectamente, he preferido hablar con él para decirle que tenía que dejar de actuar así, y en todos los casos he visto que el empleado lo ha agradecido trabajando mucho más y mejor, tratando de compensar ese error. La gente necesita confianza y sentirse querida en el trabajo, si le das eso obtendrás mucho más a cambio. Es como cuando un hijo te roba, no debes repudiarlo sino intentar corregirlo.

Respecto al mercado de trabajo en general, pienso que se podría hacer más para incentivar la contratación. El gobierno debe pensar que cada parado le cuesta mucho dinero, no sólo por el gasto en prestaciones de desempleo, sino por lo que se deja de recaudar . Yo aumentaría las ventajas para las empresas que creen empleo, por ejemplo que no tengan que pagar seguridad social en absoluto durante el primer año de contratación. Como dije antes, esto supondría un esfuerzo a corto plazo para la administración, pero sería rentable a medio plazo, porque una reactivación de la economía haría aumentar sus ingresos.

También sería importante dejar de permitir que los trabajadores en paro rechacen empleos cercanos a su lugar de residencia sólo porque sean de inferior categoría que el que tenían antes. En estos momentos lo importante es trabajar, no es tiempo de grandes pretensiones, y el gobierno no puede permitirse el lujo de pagar el paro a alguien que podría estar trabajando. Hay que trabajar en lo que sea, sin renunciar a encontrar un empleo mejor, eso sí, pero no se puede rechazar ningún trabajo cuando uno está en paro. Como dije antes, cada parado que empiece a trabajar significa menos gasto y más ingresos para el Estado, aparte de dar confianza a la persona y al país.

Por último, quiero hablar de la flexibilización del mercado de trabajo. Sé que en España el empresario siempre es visto como el malo de la película, pero la verdad es que no conozco a ninguno que quiera despedir a un trabajador que produce. Cuando un empresario contrata a alguien, es porque lo necesita, y cuando llega el momento en que ya no lo necesita, no veo porqué tiene que indemnizarlo. Es como si un empleado no pudiera irse de la empresa libremente si ya no le interesa trabajar en ella (aunque le cause un perjuicio a la empresa).

En mi opinión, el empresario debe proporcionar al trabajador un salario justo y unas condiciones de trabajo dignas, pero no debe estar obligado a garantizar ese puesto de trabajo para siempre, so pena de pagar una indemnización que le pueda suponer un grave perjuicio. No creo que sea justo que un empresario llegue a la situación de tener que pedir un préstamo para poder pagar la indemnización a un trabajador que ya no necesita, y eso desgraciadamemte es algo que se da habitualmente en pequeñas y medianas empresas.