No es necesario ser economista para entender que, en la sociedad en la que nos ha tocado vivir, tanto tu como yo (todos nosotros) somos agentes económicos. El mundo de las finanzas, al contrario de lo que muchos piensan, no es solo un asunto de expertos y ni mucho menos necesitamos que estén presentes para poder decir que estamos tratando un tema financiero. Piensa, por ejemplo, cuando pagamos los impuestos o cuando sufrimos los efectos de la inflación teniendo que pagar más por un producto o servicio. En el mercado, en concreto el mercado de valores o futuros, no es un juego en el que se “divierten” solo unos pocos por lo que no deberían ser vistos como un simple juego de azar en un casino. Todos nosotros, sin excepción, tenemos posiciones cortas (“short”) o largas (“long”), incluso en el mercado de contado o el de futuros, y lo más curioso, de todo, es que no es necesario haber hecho ni una sola operación de Bolsa. Algunos ejemplos del día a día: Quien tiene un hijo de 16 años o menos, ¿estará corto (“short”) en el costo de la educación universitaria o estará largo si ha creado su propio fondo y específico para este fin? Comprar una casa es un ejemplo aún más fácil: para el propietario, el activo (en este caso la casa), es una posición larga pero, sin embargo, estará “short” sobre el correspondiente préstamo bancario. De esta forma todo el mundo adopta posiciones “financieras” en forma de decisiones, sobre temas relativos a nuestro día a día. Estas inversiones se realizan con el fin de maximizar su cartera de activos de acuerdo con su tolerancia al riesgo. Lo mismo se aplica en la bolsa, la única diferencia es que la repercusión de las decisiones que tomamos es más rápida y directa. La privatización de toda empresa encaja en este contexto, en el que debemos entender muy bien las cuestiones implicadas para poder tomar una buena posición o decisión. Veamos: El Estado pretende vender al mejor precio, esto es más caro, posible mientras que los restantes agentes económicos, al revés, intentaran comprar al menor precio posible. Se entiende que el Estado no pondrá un precio de venta, para deshacerse de la empresa, a un precio demasiado alto, por la sencilla razón de que el mercado no va a aceptar ese nivel de precios. Es este el único motivo que hace que el precio al que vende la empresa no sea mayor, por lo que no está haciendo ningún favor al no subir más el precio. Hay una gran falta de preocupación de los inversores si el estado es parte del trato. Los folletos informativos son largos, pero de lectura obligada para todo inversor, sin embargo, pocas personas los leen. Vivimos en una sociedad acostumbrada a tener un Estado protector y que confunde los intereses que se enfrentan en el mercado, incluso cuando participa el “Protector”. Si no, veamos. El factor que más influye, en cualquier momento, es la condición del mercado poco o muy favorable para quien esta en el lado vendedor del negocio. Por lo que el concepto de barato o caro es muy relativo, como se ve, ya que el precio se pondrá siempre teniendo en cuenta si habrá compradores que estén dispuestos a pagar, la lastima es que la mayoría de los inversores son más capaces de entender lo que es barato o caro cuando se habla de un inmueble que cuando se trata de responder a las preguntas que se plantean, todos los días, en el mercado de capitales.