La importancia de la metodología y de los “olvidos”

Uno de los errores más frecuentes, cuando analizamos cualquier variable de carácter económico, es el no conocer a fondo el comportamiento de ese dato. Cada una de las variables de tipo estadístico, tienen un apartado de metodología que suele ser sistemáticamente ignorado y eso genera errores en las lecturas de los datos y por supuesto en la interpretación y explicación de la realidad que se pretende explicar. La realidad es que es muy frecuente encontrar artículos y análisis en los que se trata de demostrar que los organismos, autoridades y gobiernos engañan en sus estadísticas, cuando la realidad es que en gran parte la culpa es de los propios analistas. Trato de explicar esto. Cuando analizamos cualquier valor, tenemos que tener claro qué es lo que nos dice este valor, y en consecuencia, tenemos que empaparnos de la metodología y de lo que incluye y deja de incluir este valor. Por supuesto tenemos que tener claro que nadie va a falsear los datos, que salvo error de cálculo o de tipo estadístico son exactos. Otra cosa son las explicaciones que se suelen basar en el olvido u omisión de ciertos componentes del dato y a una redacción de los análisis apropiada.

Existen multitud de ejemplos claros, pero me gustaría señalar aquel referido a los datos de consumo. Quizás sea una de las magnitudes macroeconómicas más representativas, por lo que por lo menos en teoría debería ser de las que mejor se conocen y con más precisión se manejan. Sin embargo existen grandes incoherencias a la hora de entender esta variable. De esta forma en la nota de prensa que el instituto nacional de estadística remite a propósito del primer trimestre de 2010 consta la siguiente explicación de la evolución del consumo:
“El gasto en consumo final de los hogares reduce casi tres puntos su crecimiento negativo, pasando del –3,5% al –0,6%, acorde con la evolución de su renta disponible. En efecto, la menor reducción del nivel de empleo ha determinado que la remuneración de asalariados, principal recurso de renta de los hogares, continúe moderando su decrecimiento (del –2,7% al –1,2% en términos nominales en este trimestre). Asimismo, los indicadores que aproximan el volumen de gasto en consumo han mostrado un comportamiento más favorable que en períodos anteriores, evolución que también comparte la confianza de los consumidores, ligeramente menos negativa que en el trimestre pasado.

A nivel agregado, todos los componentes del gasto de los hogares registran, en este trimestre, resultados más favorables que en el anterior. Por su dinamismo, destaca el gasto en bienes duraderos y, en menor medida, de los alimentos, mientras que los otros tipos de gasto (bienes no duraderos, semiduraderos y servicios) mantienen crecimientos negativos, aunque menos intensos que en el cuarto trimestre.
En este aspecto, lo que debemos entender es que una cosa es el tono de lenguaje, donde comprobamos que existe un sesgo interpretativo hacía la presentación de un entorno más favorable, llegando a la conclusión de que un dato negativo no es un comportamiento “menos desfavorable”, sino que ha pasado a ser un dato “más favorable”.

Pero más allá de las trampas lingüísticas, es fácil entender que en esta frase hay dos trampas muy claras. La primera es que se explica la mejoría en el dato del consumo, por muchas variables salvo por una variable que no aparece en ningún momento en las explicaciones: Los precios. En cierto punto es algo lógico, porque normalmente los datos macroeconómicos relativos a períodos distintos suelen presentarse eliminando el factor de la evolución de precios, mediante el proceso de deflactar. Lo habitual es que se tome un año base, (en estos momentos estamos usando para las variables macro, el año 2000 como base), y las variables consumo, producción, inversión y demás se suelen analizar considerando que todas las transacciones se realizan a precio de 2000. Esto tiene sentido porque realmente el consumo de una economía mejora cuando se incrementan los bienes consumidos.

Para saber la evolución de los consumos, como una medida de la actividad, por tanto tenemos que tener en cuenta que una parte de la factura global del consumo se refiere a los precios y otra parte a las variaciones de cantidad.

¿Pero cómo explicar la evolución del consumo, en base a una menor caída de las remuneraciones de los asalariados, que no es una variable deflactada?. O mejor dicho, que tiene un índice de deflactor implícito de cero. Evidentemente en determinados momentos podemos usar variables calculadas con técnicas distintas, pero desde luego haciendo las precisiones oportunas y con las debidas cautelas.

Podemos entender que el consumo cae menos, por la menor caída de la renta y la menor caída de la confianza de los consumidores, como el artículo de prensa nos comunica. Pero en todo caso, debemos entender que puede ser explicado por algún otro efecto que no sea este. Por ejemplo. Se puede entender que la evolución del consumo se explica por factores de tipo coyuntural, en el sentido de que es mejor anticipar (o fue mejor retrasar el consumo en momentos previos), lo que nos llevaría a una conclusión inquietante: Si estamos adelantando consumo por que estimamos que es mejor hacerlo en ese período que en los siguientes, ¿Cómo se explica que la confianza del consumidor caiga menos?. Esta contradicción queda pendiente para otro artículo, pero antes debemos tener en cuenta otro efecto. Porque antes debemos saber si existe alguna partida que haya cambiado en la definición de consumo, y en este sentido, deberíamos recordar cierto cambio normativo en la confección de las cuentas macroeconómicas.

Este cambio viene desde el ejercicio 2005, en el que se incluyeron los servicios bancarios como parte integrante del pib, (afectando a los datos desde el 2000 en adelante). Según el documento donde se explica el cambio, el INE nos muestra que la diferencia está en torno al 1%, y que en Europa los PIBs de los países se han incrementado entre un 1 y un 1,5% por el cambio normativo. Pero, este cambio a la hora de medir, no sólo afecta al valor del PIB, sino que debemos recordar que el PIB es igual a consumo más inversiones más gasto público más exportaciones netas. Por tanto, el cambio en la forma de medir el PIB tiene que afectar al otro lado de la ecuación de tal forma que la estimación del consumo se incrementa. Así, de la misma forma que debemos tener en cuenta esto, cuando analizamos los PIB, tenemos que tener en cuenta esto también cuando hablamos de consumo; de tal forma que para el mismo consumo, el valor obtenido es con esta metodología distinto y superior.

El INE no establece lo que sube en porcentaje el consumo, incluyendo esta fórmula de cálculo. Pero sin embargo es fácil obtener los datos y si en el año 2000, (primero revisado), nos encontramos con una subida del PIB de 7.472 millones de euros, que representa un 1,2% del PIB, tenemos una subida del consumo de 7.472 millones de euros, pero que representa un 2% del consumo. O dicho de otra forma, un incremento del 2% del consumo derivado de la nueva metodología, significa que se ha consumido lo mismo.

El valor generado depende de la diferencia entre los tipos de los depósitos y el tipo de referencia normal, y por otro lado la diferencia de tipos de préstamos y los tipos de referencia, en ambos casos multiplicados por el volumen de depósitos y préstamos respectivamente. Ambos valores suman, al estimarse desde ese año que crean valor, y en consecuencia afectan a la economía.

Por tanto, antes de empezar a analizar las razones de la evolución de consumo, tendremos que tener en cuenta que en caso de existir una guerra de depósitos, que ha hecho que subiese el tipo de interés al que se remuneran los depósitos, y que se han traspasado muchos fondos y otros productos financieros hacia depósitos o en caso de existir una subida de los costes financieros reales que se pagan por los créditos, (por poner un ejemplo en una situación de economía endeudada, restricciones de liquidez y competencia de los estados por la captación del ahorro), estaríamos ante un caso en el que el valor de la variable consumo estaría inflado en relación a lo que todo el mundo cree que es esta variable, debido a un aspecto de carácter técnico.

No dudo la veracidad del dato de consumo que nos ha propuesto el INE, pero quizá la información de la contribución del consumo financiero, nos hubiese ayudado a entender algo mejor la evolución del dato como reflejo de la actividad.