Es por todos conocido que, a mayor riesgo, mayor rentabilidad. Pues bien, es mentira. Un riesgo excesivo convierte a cualquier sistema ganador en perdedor. Y no es cuestión de suerte, es cuestión de números.
No es el propósito de este artículo desplegar una demostración matemática de por qué esto es así. Pese a todo, sí puedo transmitirte el concepto de fondo:
Imagina que tu sistema te hace ganar la mayoría de las veces. Tu cuenta tenderá a crecer en dientes de sierra, porque de vez en cuando, con la frecuencia media que corresponda a tu sistema, caerá alguna pérdida. El problema surge cuando, si te pasas arriesgando, el tamaño de una pérdida es tal que, a pesar de todas las victorias posteriores, tu curva de resultados no es capaz de levantar cabeza antes de que aparezca la siguiente pérdida. Es decir, existe un tope matemático (variable, y dependiente de cada sistema en concreto) a partir del cual, arriesgar un mayor porcentaje de tu cuenta en cada operación te lleva a obtener peores resultados globales.
Por eso, grábate a fuego este concepto: Si te pasas arriesgando, tarde o temprano llevarás tu cuenta a la ruina.
La gestión de capital es esa parte de nuestro sistema de trading que nos dice cuánto arriesgar en la próxima operación. De este cálculo del riesgo, se deduce el cálculo del tamaño de la posición que, en el caso de la Bolsa, es el número de acciones que compraremos (o venderemos corto).
Llamamos riesgo a esa parte de nuestro capital invertido que podemos llegar a perder si todo sale mal en un momento dado. Fundamentalmente, y comisiones aparte, el riesgo es la distancia entre el precio y el stop loss en cada una de nuestras posiciones abiertas.
Dicho con otras palabras, cuando abrimos una posición:
Riesgo = | entrada – stop loss | • nº acciones + gastos
Realmente, como lo que queremos es no arriesgar nunca demasiado dinero como para quedarnos fuera de combate por una racha de pérdidas (que, por cierto, siempre aparece), nuestra misión es averiguar el riesgo y luego calcular cuántas acciones podemos mover para no sobrepasar ese riesgo. Fíjate en la ecuación anterior atentamente ¿Qué es variable en la práctica y qué no lo es?
Realmente, con el único parámetro con el que podemos variar el riesgo es con el tamaño de nuestra posición (número de acciones a comprar o vender corto). Por lo tanto, lo que siempre vamos a hacer es establecer nuestro riesgo, según el método más conveniente para nosotros, y teniendo claro ese valor, deduciremos cuántas acciones negociar.
Aunque hay muchos más, existen tres buenos métodos para saber cuánto arriesgar en la próxima operación:
1. Riesgo fijo del 2%
2. Método incremental
3. Fracción óptima
El propósito de estos tres métodos es el de entregarnos un número: la cantidad de euros a arriesgar en nuestra próxima operación, que luego utilizaremos para deducir cuántas acciones negociaremos.
RIESGO FIJO DEL 2%
El primer método, el de riesgo fijo al 2%, consiste sencillamente en hallar el 2% del total de nuestra cuenta de trading.
Por ejemplo, si tenemos 10.000€ para operar, en ningún momento nos permitiremos perder más de: Riesgo = 2% • capital para invertir = 2% • 10.000€ = 200€ Este método es el más recomendable para el aprendiz de trader. Sólo tiene un problema: No aprovecha las rachas de operaciones ganadoras y perdedoras.
MÉTODO INCREMENTAL
Para superar la traba de no aprovechar las rachas, tenemos este otro método, que es una sencilla mejora del anterior. Ahora el riesgo es variable, entre el 1% y el 3%; partiendo de 2%, nos moveremos en incrementos de 0.2% según la racha. Es muy sencillo de calcular. Veámoslo en un ejemplo: Empezamos aplicando un riesgo del 2% en nuestra primera operación.
– Ganamos (no importa cuánto); así que, para la próxima, subiremos a un 2.2%.
– Volvemos a ganar. Subimos al 2.4%.
– Perdemos. Volvemos a empezar: 2%.
– Perdemos de nuevo: Bajamos a 1.8%.
– Ganamos. Volvemos a empezar: 2%.
Si ganamos varias veces seguidas, llegamos al techo de 3% y, si perdemos cinco veces o más, nos estancamos en un riesgo fijo del 1% hasta salir de la racha.
FRACCIÓN ÓPTIMA
Este es el método más avanzado, más complicado y que mejores resultados da. De hecho, da los mejores resultados posibles estadísticamente.
Este método aprovecha tus resultados y las rachas en tus resultados al máximo, acelerando a fondo cuando ganas y frenando en seco cuando pierdes. Así que, encontrando la f óptima (fracción óptima), tenemos el porcentaje de nuestro capital ideal para arriesgar en nuestra próxima operación.
Por otra parte, debes saber que existe una variante descafeinada de la f óptima, que es la llamada f de Kelly. Su cálculo es mucho más sencillo (y menos preciso) pero, al igual que el método de la f óptima, necesita los resultados de tus operaciones como datos de cálculo.
En esencia, estos tres métodos son tus tres alternativas perfectamente válidas para mantener controlado el riesgo en todo momento. Escoge la que mejor vaya contigo y aplícala desde hoy mismo.
El error no es elegir el método óptimo de gestión de capital, el auténtico error es no elegir ninguno en absoluto.
Espero que este artículo te haya servido de ayuda.