¿Cómo será 2011?

Una predicción sensata de lo que nos depara el 2011 debería estar precedida del análisis de tópicos globales tales como la política monetaria tanto de la UE, así como de los principales países que particpan en la guerra de divisas, entre otros.

Sería poco honesto por mi parte hacer una predicción para el comportamiento de los mercados para el próximo ejercicio sin antes advertirles, y valorarlo en lo posible, las incertidumbres y riesgos que ahora nos atenazan. Una pista: me temo que muchos de estos riesgos están para quedarse durante mucho tiempo.

Estoy casi seguro que al leer el párrafo anterior inmediatamente habrán pensado en los problemas de la deuda soberana europea. Pues van bien enfocados, aunque probablemente se queden cortos. Es cierto que las tensiones en Euro que hemos vivido durante este año no son más que sucesos periódicos de ajuste, de funcionamiento del Euro. Sin duda necesarios, pero también costosos. Es preferible cuestionarse los cimientos del Euro, para que esto al final se traduzca en una mayor integración. “Irrevocable” es la valoración que subyace en la firma del Tratado de Maastricht, más tarde en el de Lisboa. Por tanto, el continuo cuestionamiento actual, con la creación de nuevos mecanismos que facilitan la integración, es imprescindible para lograr el objetivo último de una Unión fiscal de la misma forma que hay una Unión monetaria. ¿Y el coste económico en países con elevados desequilibrios o poco competitivos? No seré yo el que de respuesta a esta pregunta. Les dejo a ustedes la difícil tarea de hacer hipótesis sobre futuras decisiones de los políticos.

Pero antes les anticipaba que las tensiones sobre deuda pública dentro del Euro serán parte de nuestro paisaje durante el próximo año. Aunque no el único factor de riesgo a considerar. De hecho, quizás lo mejor es presentarles al resto de los baches que deberemos superar. En definitiva:

• La política monetaria expansiva de la Fed
• Las tensiones en los tipos de cambio (¿Guerra de divisas?)
• El Mantra de los países emergentes
• El conundrum de las empresas

Naturalmente, he optado por dejar fuera de la lista imponderables mayores como los geopolíticos. Tiene sentido, ¿verdad?.

Desde que la Fed decidió comprar 600 bn.$ en deuda pública ha habido un encendido debate público, incluyendo entre los propios miembros de la Fed, sobre los pros y contras de la decisión. Sobre los beneficios para la economía, limitados para la mayoría, pero potencialmente importantes (positivos) para los propios mercados. Riesgo de un impacto negativo a medio y largo plazo para la inflación, una posibilidad, que en mi opinión, ha llegado a la histeria. Hace unos días el propio Bernanke volvía a reafirmarse en la decisión, advirtiendo de la posibilidad de ampliarla en junio del próximo año si los datos económicos no muestran una recuperación en Estados Unidos relativamente sostenible o el desempleo sigue siendo demasiado alto. Lo dicho: los mercados se lo agradecerán.

Por lo que respecta a las tensiones en el mercado de divisas, reconozco que será casi inevitable que la política monetaria expansiva en Estados Unidos (combinada con una neutral fiscal) no se traduzca al final en una mayor caída del Dólar. ¿En qué magnitud y frente a qué monedas? Los controles de cambios en los países emergentes, algunos más justificados que otros, pueden dilatar el impacto. También derivar la debilidad del Dólar a otras monedas, de países desarrollados. Pero de lo que no tengo la menor duda es que monedas como el Yuan necesitan apreciarse, ya no ante la presión de los países desarrollados, también para limitar los riesgos de excesos en su propia economía y mercados. Pero de esto ya hablaremos más adelante.

¿Y el riesgo del proteccionismo? No lo contemplo a tan corto plazo. Pero es una posibilidad muy real para los próximos años. Aunque de nuevo me niego a hacer hipótesis en el terreno político.

¿Cómo pueden gestionar su éxito evitando los peligros a medio plazo que conlleva? Me refiero, claro, a las economías emergentes. Hace unos años su peso en el crecimiento mundial apenas superaba el 20 %. Ahora pueden llegar a explicar más del 70 %. El porcentaje de sus activos en las carteras mundiales era inferior al 9 %, cuando ahora son en muchos casos los protagonistas indiscutibles. Economías con fuerte crecimiento, triplicando el de las economías desarrolladas, en un proceso de transformación de su motor de crecimiento desde la demanda exterior a la doméstica, con un sector financiero limitado, pero no cuestionado, y claro control de sus finanzas públicas…¿se explican ahora el interés de los inversores internacionales?. Pero, también economías y mercados con potenciales problemas a medio y largo plazo si no gestionan bien este interés. O no logran combatir de forma apropiada los riesgos muy reales de sobrecalentamiento e inflación. Muchos gobiernos tienen bien presente el desarrollo de los acontecimientos que llevó a la Crisis asiática, la de Rusia y la década pérdida en Latinoamérica. ¿Qué la situación actual es muy diferente? Claro que sí. Siempre lo es. Pero del pasado hay siempre que sacar enseñanzas. Lo que no significa que las conclusiones puedan ser puestas siempre en práctica, desde una perspectiva social y política. Vaya, de nuevo la política.

¿Qué sector ha sido capaz de seguir el ajuste de su deuda al mismo tiempo que presentaba un fuerte crecimiento de sus resultados?. Claro, lo han adivinado: las empresas. ¿Y los bancos? Me temo que el sector financiero seguirá presentando muchas dudas en el próximo año. Solucionarlas de forma más o menos rápida va a depender de las autoridades. Por lo que respecta a las empresas a nivel internacional, en un contexto económico de continuidad de la recuperación moderada y desigual a la que nos enfrentamos el próximo año, la cuestión de fondo será cómo gestionar el exceso de liquidez acumulado en los dos últimos años. ¿De dónde ha salido este dinero? De un rápido ajuste de su balance, de las favorables condiciones de financiación (me refiero, claro, a las empresas de tamaño medio y grande) y de una fuerte reducción de costes. Ahora deben decidir si lo dedican a aumentar la capacidad de producción, si lo destinan a aumentar la base de dividendos, autocartera o aceleran su crecimiento mediante operaciones corporativas. Por cierto, opten por la decisión que opten, será neutral, positiva o muy positiva para los inversores.

Tras todo lo anterior llega la gran pregunta: ¿y los mercados?. Bien, soy optimista para su evolución en 2011. ¿Lo dudan?